El Ego.
 

El director de orquesta de cualquier persona es esa parte de nosotros mismos que decide que hacer, como hacerlo, y cuando hacerlo, es nuestra herramienta para experimentarnos a nosotros mismos de una forma determinada, en función de lo que decidamos ser, hacer, o vivir.

 

Elijas lo que elijas, es tu ego, tu director de orquesta, quien decide que hacer, como estar, como vivir. Si decides andar, es tu ego quien lo ha decidido, si decides hablar, es tu ego quien lo decide, también si decides sentarte, acariciar, amar, pelearte, estar tranquilo, hagas lo que hagas lo decide tu ego, ya que es la parte de ti que decide que hacer, también decide tu ego utilizar métodos de crecimiento personal, meditar, nadar, tener relaciones con otras personas, o simplemente trascender el propio ego, en este caso el ego se experimenta así mismo como agresor y víctima cuando los métodos que nos enseñan indican que así se trasciende el ego. Pero incluso el día que decidamos no decidir, no hacer nada, será el ego quien habrá decidido no decidir.

 

Cualquier parte de nosotros mismos tiene una función, el esqueleto soportar toda nuestra estructura física, los músculos dar movilidad, los nervios conectarlo todo para que exista coordinación, los pies son nuestra base para movernos, etc., la función del ego es dirigir.

 

Ninguna parte de nosotros mismos es buena o mala en si misma, tampoco el ego, depende del uso que le demos obtendremos unos resultados en una línea o en otra, buenos si conseguimos el objetivo pretendido o malos si no lo conseguimos, y ello al margen de si lo que nos hemos planteado nos beneficia o nos perjudica a nosotros mismos o a terceros.

 

Como en todo lo que hacemos, hay cosas que producen un resultado más satisfactorio que otras, en función del objetivo perseguido y de los caminos y medios utilizados, con el ego ocurre lo mismo, utilizado de forma constructiva tiene mucho que aportar.

 

Desde el punto de vista del crecimiento espiritual, tal como yo lo veo, lo deseable es que utilicemos nuestro ego para dirigirnos a nosotros mismos con amor, armonía, haciendo por estar bien con nosotros mismos y con los demás, buscando estar en paz, siempre que sea posible, y cuando no lo sea, evitando fricciones, sin que ello implique dejar de utilizar los medios adecuados para la defensa de nuestros derechos e intereses.

 

Por supuesto lo anterior no es la única opción disponible, hay muchísimas formas más de experimentarse, y en función de ellas vamos a tener unas experiencias u otras, pues nuestra interacción con otras personas y con el medio en el que nos movemos va a generar acciones y reacciones, en definitiva "karma". Y esto no implica que el colectivo social deje de tomar las medidas que como colectivo considere oportunas para facilitar una convivencia adecuada de todos sus miembros y el cuidado del entorno.

 

Por supuesto, el que nuestro ego tenga la función de dirigir, no quiere decir que tenga que hacerlo sistemáticamente y a todas horas, igualmente, que tengamos pies no quiere decir que tengamos que estar andando a todas horas.

 

La función última o final del ego, de acuerdo con mi percepción, es ser consciente de si mismo, sin  entrar en dinámicas kármicas de acción o reacción, aceptando que es adecuado que cada uno se experimente a si mismo como lo considere adecuado, sin juzgar o cuestionar.  En la práctica esto sucede cuando el ego llega a la conclusión, por si mismo, de que la mejor opción de vida es estar en una posición de amor sistemáticamente y decide por si mismo seguir a su corazón, habitar su corazón, estar en el corazón.

 

Y si lo anterior no ha quedado suficientemente explicado hay quien dice que una imagen vale más que mil palabras, tal vez sea suficientemente explicativa la imagen del buda siguiente:

 

 

 

Inicio

Inicio